En los últimos años, se ha hablado de la complejidad del mercado, la globalización, la actividad económica y el desarrollo de las nuevas tecnologías y técnicas que han dado lugar a un nuevo escenario en el que conceptos como innovación y diferenciación han cobrado protagonismo.
La realidad demuestra que cuando la mayoría de la empresas se encuentran inmersas en un ambiente de crisis, lo primero que llega a la mente de la gerencia general, es la idea de "reducir", "optimizar" y "controlar". Siendo el recurso humano el elemento primordial que puede generar nuevos cursos de acción. En Guatemala se requiere de la creatividad para poder competir y llenar los estándares de calidad, y es por medio de la gestión de la innovación que las empresas pueden explotar sus capacidades para tomar ventajas competitivas dentro del mercado nacional e internacional.
La innovación, no se produce por sí sola, debe ser gestionada, alimentada y controlada de forma sistemática. La gestión de la innovación se define como la organización y dirección de los recursos, tanto humanos como económicos, con el fin de aumentar la creación de nuevos conocimientos, la generación de ideas técnicas que permitan obtener nuevos productos, procesos o servicios o mejorar los ya existentes, y la transferencia de esas mismas ideas a las fases de fabricación, distribución y uso. Es trabajo de toda la empresa, y es por eso, que en esta publicación quiero hablar de la importancia que tiene el diseñador industrial dentro de la misma, a través de una visión competitiva ya que canaliza todos los esfuerzos innovadores al diseño de productos que satisfagan las necesidades y deseos del cliente.
El diseñador industrial es un elemento estratégico por ser un profesional multidisciplinario que posee conocimientos técnicos y creativos tales como: realizar estudios, diseñar, desarrollar, supervisar y producir diferentes objetos destinados al uso humano individual, grupal o social; interpretar los principios de necesidad, funcionalidad, resistencia estructural, tecnología, mercado y producción para adecuarlos a los aspectos estéticos y significativos del universo cultural de la sociedad; determinar las condiciones ergonométricas y antropométricas de los productos desarrollados; realizar arbitrajes y pericias en lo referente a las leyes de diseño y modelos industriales y de uso; intervenir como asesor en las actividades que afecten el uso, la forma y el color de los productos industriales; y participar en la confección de normas y patrones de uso de productos, uso y manejo de imagen de marca, entre otros.
Se puede concluir que existe una necesidad de crear procesos revolucionarios desde el interior de las empresas. No basta con infundir la idea de que todos deben ser creativos. Se hace precisa una transformación cultural. Los equipos de trabajo conformados por personas de distintas áreas de la empresa, permiten contar con diversos puntos de vista que ayudan a la toma de decisiones dentro de la misma, generando mejores y nuevas ideas para nuevos productos, procesos y servicios.
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